Morena: El partido de la impunidad y la incongruencia

El partido que sacrifica sus principios por el poder

NACIONALES

4/2/20252 min read

México, 01 de abril de 2025 – Morena nació prometiendo acabar con la corrupción, defender a las mujeres y construir una democracia auténtica. Sin embargo, hoy se ha convertido en el refugio perfecto para los mismos vicios que decía combatir. La impunidad, el nepotismo y la incongruencia son el sello distintivo de un partido que, una vez en el poder, ha olvidado sus principios para proteger a los suyos.

El caso de Miguel Ángel Yunes es emblemático. Un político con un pasado marcado por señalamientos de corrupción durante su gestión en Veracruz, hoy es recibido con los brazos abiertos en la bancada morenista. Lo que antes era denunciado como "la mafia del poder", hoy es un cómodo compañero de partido. Para colmo, Yunes fue fotografiado en un club nocturno en pleno horario laboral, un acto que refleja no solo su desdén por el trabajo legislativo, sino también la complicidad de Morena, que prefiere voltear hacia otro lado antes que sancionar a uno de los suyos.

Pero si hay un caso que sintetiza la hipocresía morenista, es el de Cuauhtémoc Blanco. Acusado por su propia media hermana de intento de violación, el exfutbolista y gobernador de Morelos sigue protegido por el fuero político, gracias a una votación en la que Morena cerró filas para blindarlo. Mientras el partido se llena la boca hablando de defender los derechos de las mujeres, sus acciones demuestran que la lealtad política está por encima de la justicia.

La incongruencia no termina ahí. Andrea Chávez, diputada morenista, ha iniciado una campaña electoral con dos años de anticipación, violando descaradamente los tiempos que marca la ley. Lo irónico es que Morena exige a los demás partidos respetar las reglas, mientras sus propios miembros las ignoran sin consecuencias.

Para completar el cuadro, está el escándalo de Los Alegres del Barranco, un grupo musical vinculado al narco que hizo apología del crimen organizado en Jalisco, apenas días después de la tragedia en Juchitán. El silencio de Morena, y en particular de Claudia Sheinbaum, ante estos hechos es revelador: cuando se trata de aliados incómodos, la condena siempre llega tarde, si es que llega.

Morena se autoproclama defensor de las mujeres, pero protege a acusados de violencia de género. Dice combatir la corrupción, pero recibe a políticos con historiales opacos. Promueve la democracia, pero permite campañas anticipadas. Habla de paz, pero tolera expresiones que glorifican al narco.

La pregunta no es si Morena ha traicionado sus principios, sino cuándo dejó de importarle hacerlo. Hoy, el partido que prometió cambiar México se ha convertido en lo que tanto criticó: una maquinaria de poder donde la impunidad y el doble discurso son la norma.

¿Hasta cuándo? La respuesta depende de los ciudadanos.