Ana Lilia Rivera: De Zapatos Zapatistas a Helicópteros Blindados

Ana Lilia Rivera, de sus raíces zapatistas a las alturas del Senado, ahora vinculada con empresarios y estrategias políticas de Monreal. ¿Qué hay detrás de su transformación?

INTERNACIONALES

12/3/20242 min read

La senadora Ana Lilia Rivera, quien preside la Comisión de Seguridad del Senado, parece haber dejado atrás la lucha por la austeridad y los ideales de justicia social que alguna vez enarboló como representante zapatista. Su historia política se ha transformado en un guión de incongruencias que no deja de levantar cejas: de ser una voz del pueblo a convertirse en una figura que viaja en helicópteros blindados y viste trajes de diseñador.

Lo más curioso no es su cambio de estilo, sino las preguntas que este genera: ¿cómo logró esta meteórica transformación? Las respuestas parecen apuntar hacia Ricardo Monreal, maestro de las jugadas políticas, quien supo identificar en Rivera una pieza útil para su tablero de estrategias. Según diversas fuentes, Monreal no solo le abrió las puertas al Senado, sino que también facilitó su conexión con empresarios del norte, cuyos intereses en la seguridad industrial parecen haberla convertido en su nueva representante estrella.

Estos mismos empresarios, que manejan cifras millonarias, han sido señalados por proveer recursos invaluables: desde acceso a helicópteros blindados hasta influencia en decisiones clave. Todo esto bajo la sombrilla de la "seguridad nacional," el tema que Rivera supuestamente lidera.

Pero eso no es todo. Su posición en la JUCOPO, un órgano estratégico en la toma de decisiones legislativas, también ha sido puesta bajo la lupa. Se rumora que Monreal utiliza a Rivera para garantizar el flujo de recursos hacia sus propias ambiciones presidenciales. Esto incluye nepotismo descarado, colocando a aliados en puestos clave que no solo benefician a Monreal, sino que aseguran que su maquinaria política siga funcionando sin obstáculos.

Ana Lilia Rivera, la senadora que alguna vez prometió luchar por los principios del zapatismo, ahora parece ser otro engranaje en el sistema que alguna vez criticó. Con cada vestido de diseñador y cada vuelo en helicóptero blindado, la distancia entre su discurso y su realidad se vuelve más evidente.

¿Estamos ante otra política que olvidó de dónde vino? O peor aún, ¿ante una figura que nunca representó lo que decía ser? Quizá es hora de que Ana Lilia Rivera explique cómo pasó de las trincheras sociales a las oficinas de los grandes empresarios. Porque, como dicen, el dinero no compra principios, pero parece alquilar voluntades.